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LA MUJER MÁS FELIZ DEL MUNDO SOLO NECESITA UNOS MEGAS

LA MUJER MÁS FELIZ DEL MUNDO SOLO NECESITA UNOS MEGAS

Carolina Álvarez, empresaria de la miel. Hay quien dice que el nombre de Peñamellera viene de «peña mielera». Con esa etimología que queda esta avilesina de familia de Alles que regenta el Aula de la Miel de los Picos de Europa desde 2005, donde producen y ofrecen visitas guiadas. Cada año, más de 3.000 personas visitan sus instalaciones, en Alles. Es un ejemplo de cómo se puede hacer empresa en pleno desierto demográfico.

Todos dicen que los asturianos dejan los pueblos porque ya no hay en qué trabajar. Pero Carolina Álvarez dice lo contrario:

"Aquí hay muchísimo trabajo, te voy a decir una cosa. La gente dice: no hay trabajo en los pueblos. Y en los pueblos hay mogollón de trabajo. Pero la gente no quiere venir a trabajar a los pueblos. Ten en cuenta que, para empezar, aquí hay una población muy envejecida que demanda muchas cosas. Por ejemplo, leña para chimenea. Por ejemplo, chapucillas para casa; desde arreglar unas tejas a un grifo que gotea. Infinidad de cosas. ¿Sabes? Entonces en los pueblos hay trabajo. Lo que pasa es que hay que… sacrificarse. Tienes que amoldarte al entorno. Nosotros comenzamos con el Aula de la Miel en 2005. La idea surgió porque, cuando íbamos a los mercados, la gente tenía muchas dudas sobre las abejas y el mundo de la apicultura en general. Cuando nosotros abrimos, sólo había tres museos de la miel en España y cuando fui a pedir financiación a los bancos se rieron de mí, de la idea. ¿Sabes cómo te digo? Me decían: ¿me estás diciendo que vas a meter en Alles a 3.000 personas al año? No creyeron en mi proyecto y ese es el número de personas que tenemos ahora, gente que se desvía de la carretera y sube a vernos. Como digo yo es turismo intermitente, ven el indicador en la carretera, ponen el intermitente y se desvían a ver qué hay”.

“Y claro que puedes hacer cosas nuevas en un pueblo, sólo tienes que creer en ello. Mira, yo hasta tuve una empresa de alquiler de autocaravanas. Y todo el mundo me decía: ¿quién te va a venir a Alles a alquilar una autocaravana? Pues venían, oye. Lo tuve que dejar porque no podía con todo. Pero aquello me gustaba y funcionaba bien. Funciona sólo cuando tú crees en algo. Es más, en la empresa de las autocaravanas hubiera necesitado gente para trabajar, pero no encontraba a gente”.

“Pero es lo que hablaba el otro día con el alcalde: si quieres que la gente se quede, venga a vivir y hacer negocios tienen que tener los recursos que tienen en las ciudades. Yo tengo una tienda online y con la pandemia, cuando no se movía nadie, había que venderlo todo online. Pero si no tienes una buena conexión a internet, y aquí no la hay, es horrible, no puedes hacer nada. En el siglo XXI no podemos estar en el siglo XIX. Hoy internet es fundamental en todas las casas. Para que vengas aquí, para que te montes aquí tu negocio que le de valor al concejo, que tengas a tus hijos aquí, hay que ayudar en esas cosas, como una conexión rápida a internet. Por ejemplo, yo tengo dos hijas que este año ya cumplen 23 y 24 años. La pequeña se llama Esther y vive en Gijón, estudió Psicología y ahora está preparándose como monitor de escalada, le encanta. La mayor, Eva, ha decidido quedarse aquí. Es ilustradora, va a ferias, tiene una tienda online y también trabaja desde casa. Pues mi hija da clases de dibujo a través de internet, pero está loca porque se le corta la conexión cada dos por tres. Y eso, de cara a sus alumnos, tampoco da buena imagen. Eso le pasa todos los días y es frustrante. Llegará un día en que diga: mira, maja, el pueblo está muy bien pero aquí no puedo trabajar porque no tengo los medios. Ahí lo tienes claramente: una moza que se quiere quedar en el pueblo, pero como no se le den los medios va a terminar por aburrirse porque, lógicamente, si su trabajo es a través del ordenador y aquí no tiene estos medios tendrá que ir a buscártelo a otros sitios”.

(Inciso documental 1: se llama Eva Noriega, tiene talento y un trazo muy japonés. En Instagram, como @dibujeva).

(Inciso documental 2: que Eva se acabe marchando de un concejo con sólo 500 habitantes, el menos poblado del Oriente, tiene su importancia. Equivaldría a que Avilés, por citar el concejo natal de su madre, perdiera unos 150 jóvenes de un plumazo. Así que menos pegas y más megas. En los desiertos demográficos cada decisión personal vital vale por diez. Como la que en su día tomó Carolina.)

"Jesús, mi marido, y yo queríamos vivir en el pueblo. Teníamos dos crías pequeñas y siempre fue la idea nuestra educarlas en el pueblo. Porque yo siempre digo que la gente de pueblo sabemos manejarnos tanto en pueblo como en ciudad. Sin embargo, la gente de ciudad en el pueblo no se maneja muy bien, ¿sabes? Quería que ellas conocieran los dos mundos y ellas fueran capaces de decidir dónde querían quedarse. Te lo tendrían que decir mis hijas, pero yo creo que criarse en Alles les aportó el bienestar de estar aquí. Para mí es una maravilla el poder estar aquí. Vives de una manera muy tranquila. Tienes esa tranquilidad y este aprendizaje que te da el mundo rural. Te da mucho aprendizaje sobre la vida el ir a por leña, el plantar patatas, el recogerlas luego, tener animales y hacerse cargo de ellos. Creo que eso aporta mucho valor a la persona que lo vive. Yo aquí no tengo ningún problema. Si necesito algo, cojo el coche y en una hora estoy en Santander. Un cliente de Madrid nos decía que si vivíamos aquí no teníamos la oportunidad de ir al teatro o a la ópera. Y le dijimos: ¿tú cuántas veces vas a la ópera y al teatro al año? Y nos respondió: ‘Yo ninguna, pero quiero saber que tengo la oportunidad de ir’. Teniendo un coche a la puerta de casa para mí vivir en un pueblo no es ningún obstáculo".

"Con todo esto de la pandemia la gente se ha replanteado mucho el venir a vivir a un pueblo, pero para venir tienes que estar muy mentalizado de lo que es un pueblo. Porque creo que hay una idealización de los pueblos. Es verdad que durante la pandemia vimos que todos los inconvenientes que tenía un pueblo se convirtieron en ventajas: el espacio, que no estabas encerrado... Mira, me acordaba yo del de la ópera".

"En el encierro muchos decían: jo, qué guay es vivir allí, yo me iría. ¿Y por qué no lo haces?, les preguntaba yo. Claro, pero para eso tienen que romper con la vida en la ciudad, que te absorbe mucho. La gente desea, ansía y anhela el vivir en un pueblo, pero luego no tiene esa capacidad de decir: vale, me voy a un pueblo. Son gente que se ha criado en el mundo urbano y no sabe vivir en el mundo rural. Ten en cuenta que esta gente viene de vacaciones, lo asocia a lo bien que lo pasan. Pero si les cambiaras su piso por una casa de aquí no sabrían qué hacer. Para vivir en un pueblo hay que valer. Hay que valer y hay que querer. ¿Sabes? Yo aquí soy la mujer más feliz del mundo".

Referencias

LNE